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Qué significa convertirse en «persona»

Aprender a ser uno mismo

¿...y si nuestra tarea existencial y nuestro destino fuera simple y llanamente "llegar a ser lo que realmente por naturaleza ya somos"? ¿En qué consiste ser, llegar a ser, cada vez más plenamente “humanos”?

El aprendizaje más importante en la vida de todo ser humano: el relativo al arte de «ser» y de «vivir».

La meta que persigue cada individuo consciente o inconscientemente, es llegar a ser él mismo.

Ser «auténtico», ser libremente lo que uno es, expresarse de forma espontánea y auténtica, es lo que se propone una persona evolucionada y es el mayor regalo que nos pueden hacer y que nosotros podemos hacer a los demás.

¿Seres humanos completos? El hecho de ser un «homo sapiens» no me convierte automáticamente en un ser plenamente «humano». «ANIMALIDAD» vs. «HUMANIDAD». «Barbarie» vs. Civilización». «Forzar, imponer, violentar» vs. «Respetar» «Poderío, dominio» vs. Amor». ¿...y si nuestra tarea existencial y nuestro destino fuera simple y llanamente "llegar a ser lo que realmente por naturaleza ya somos"? ¿En qué consiste ser, llegar a ser, cada vez más plenamente “humanos”? En el interior de cada uno de nosotros se libra una dura batalla entre las fuerzas instintivas procedentes de nuestra «animalidad» y la tendencia «humanizante» también presente en lo más íntimo del corazón de cada ser humano. ¿Existen experiencias emocionales que sean específicamente humanas… experiencias que denoten en quien las cultive y practique haber alcanzado un más alto grado de «humanidad»? ¿Qué hacemos predominar más en nosotros, nuestra «animalidad» (impulsividad, agresividad, violencia, autoritarismo, egocentrismo...) o nuestra «humanidad» (solidaridad, escucha, comprensión, empatía, compasión, ternura, amor...)? ¿En qué consiste ser «humano», llegar a ser cada vez más plenamente persona “humana”? Es la misma ciencia actual la que sostiene que el altruismo, la empatía, la bondad, el amor desinteresado... son actitudes que están en la base de los individuos que se distinguen por haber alcanzado un mayor alto grado de "humanización" (-ver aquí-). Convertirse en «persona», en una persona plenamente "humana", es todo un largo y laborioso «proceso».

La vida humana es sobre todo una vida de relación, especialmente de relaciones personales. Anhelamos unas relaciones personales que sean saludables, veraces, auténticas. Deseamos encontrarnos con personas "veraces", aquellas que obran con honestidad desde su propio fondo. Es lo que inconscientemente todos buscamos y lo que de verdad nos llena.

Carl ROGERS (1902-1987) pionero de la denominada terapia no directiva, mejor conocida terapia centrada en la persona, nos enumera algunas de sus enseñanzas. Él mismo afirmaba: "En mis relaciones con la gente he podido comprobar que no es útil tratar de aparentar, ni actuar exteriormente de cierta manera cuando en lo profundo de mí mismo siento algo muy diferente. Nada de esto me ayuda a lograr relaciones positivas con individuos". En su dilatada vida profesional como terapeuta comprobó que: "las personas se orientan en una dirección básicamente positiva... cuanto más comprendido y aceptado se siente un individuo, más fácil le resulta abandonar los mecanismos de defensa con que ha encarado la vida hasta ese momento y comenzar a avanzar hacia su propia maduración". Para Carl Rogers, el objetivo más deseable para un individuo, la meta que en realidad persigue, es llegar a ser él mismo. En este proceso de llegar a ser uno mismo, si como personas nos sintiéramos comprendidas en profundidad y aceptadas en la totalidad de nuestra propia experiencia, empezaríamos a despojarnos de las máscaras que todos usamos y comenzaríamos a examinar diversos aspectos de nuestra experiencia para reconocer y afrontar las múltiples contradicciones que a menudo descubrimos en nosotros mismos. Llegar a ser uno mismo es ciertamente un «proceso». Veamos algunos de los aprendizajes adquiridos en el marco de su actividad profesional y algunas de las enseñanzas que se derivan, presentadas con sus propias palabras en algunas de sus conferencias internacionales y recogidas en su obra «El proceso de convertirse en persona».

La finalidad última de todo ser humano es descubrir quién es uno realmente (A. Huxley)

Ser lo que somos y convertirnos en lo que somos capaces de ser, es la única finalidad de la vida (R. L. Stevenson)

Convertirse en «persona» requiere entrar en un proceso de maduración que puede ser largo, tan largo como toda una vida.

C. ROGERS: Este capítulo se basa en una conferencia que pronuncié durante una reunión en el Oberlin College en 1954.  En esa oportunidad, estaba tratando de reunir de manera organizada algunas concepciones acerca de la psicoterapia. ( Presentamos un resumen de la misma)

Por C. ROGERS, (1902-1987), psicólogo estadounidense.
Iniciador junto a Abraham Maslow del enfoque humanista en psicología.

Durante mi trabajo en el Counseling Center de la Universidad de Chicago tuve la oportunidad de trabajar con personas afectadas por una amplia variedad de problemas personales: el estudiante preocupado por su posible fracaso académico; el ama de casa atribulada por dificultades matrimoniales; el individuo que se siente al borde del derrumbe o de la psicosis; el profesional responsable que dedica gran parte de su tiempo a fantasías sexuales y se desempeña mal en su trabajo; el estudiante brillante, el mejor de su promoción, paralizado por la convicción de que es un inadaptado sin esperanzas ni ayuda posible; el padre desesperado por el comportamiento de su hijo; la jovencita que, a pesar de su constante éxito, sufre frecuentes accesos de depresión; la mujer que teme que la vida y el amor pasen a su lado y sigan de largo, y que sus logros profesionales no sean sino una mísera recompensa; el hombre convencido de que es víctima de un complot urdido contra él por fuerzas poderosas o siniestras.  Podría seguir mencionando infinidad de problemas con que la gente se acerca a nosotros, y que cubren toda la gama de experiencias de la vida.  

No obstante, he llegado a creer que tal vez exista un único problema.  A medida que sigo la experiencia de muchos clientes en la relación terapéutica que nos esforzamos en crear para ellos, me parece que cada uno plantea la misma pregunta.  Por debajo del nivel de la situación-problema que aqueja al individuo se advierte una búsqueda primordial.

Pienso que en el fondo todos se preguntan: "¿Quién soy yo realmente? ¿Cómo puedo entrar en contacto con este sí mismo real que subyace a mi conducta superficial? ¿Cómo puedo llegar a ser yo mismo?"

EL PROCESO DE LLEGAR A SER

Detrás de la máscara

Aparentemente, el objetivo más deseable para el individuo, la meta que persigue a sabiendas o inconscientemente, es llegar a ser él mismo.  Quisiera aclarar lo que esto significa.

Cuando una persona llega a mí, atribulada por su peculiar combinación de dificultades, es sumamente útil crear una relación en la que se sienta segura y libre. Mi propósito es comprender cómo se siente en su propio mundo interno, aceptarlo tal como es y crear una atmósfera de libertad que le permita expresar sin traba alguna sus pensamientos, sus sentimientos y su manera de ser. ¿Cómo emplea el cliente esta libertad?

En mi experiencia, he observado que la utiliza para acercarse a sí mismo.  Comienza a abandonar las falsas fachadas, máscaras o roles con que ha encarado la vida hasta ese momento.   Parece tratar de descubrir algo más profundo, más propio de sí mismo y empieza por despojarse de las máscaras que usaba conscientemente.  

En una entrevista de asesoramiento, una joven estudiante describe una de las máscaras que ha utilizado: "Nunca he sido realmente honesta en el sentido de procurar ser yo misma, ni creo conocerme en realidad.  Simplemente he estado interpretando un papel falso."

En este fragmento vemos que la cliente examina la máscara que ha utilizado hasta ese momento, advierte su insatisfacción y se pregunta cómo puede llegar a su verdadero sí mismo, en caso de que éste exista.

En este intento de descubrir su auténtico sí mismo, el cliente habitualmente emplea la relación para explorar y examinar los diversos aspectos de su propia experiencia y para reconocer y enfrentar las profundas contradicciones que a menudo descubre.  Entonces aprende que en gran medida su conducta y los sentimientos que experimenta son irreales y no se originan en las verdaderas reacciones de su organismo, sino que son sólo una fachada, una apariencia tras la cual trata de ocultarse.   Descubre que una gran parte de su vida se orienta por lo que él cree que debería ser y no por lo que es en realidad.  A menudo advierte que sólo existe como respuesta a exigencias ajenas, y que no parece poseer un sí mismo propio; descubre que trata de pensar, sentir y comportarse de la manera en que los demás creen que debe hacerlo.

En relación con este problema, me ha sorprendido comprobar la precisión con que el filósofo dinamarqués S. Kierkegaard describió, hace más de un siglo, el dilema del individuo.  Este autor señala que, por lo general, la causa de la desesperación reside en no elegir ni desear ser uno mismo y que la forma más profunda de desesperación es la del individuo que ha elegido "ser alguien diferente de sí mismo".  Por otro lado, "en el extremo opuesto a la desesperación se encuentra el desear ser el sí mismo que uno realmente es"; en esta elección radica la responsabilidad más profunda del hombre.   

Nuestros clientes embarcados en la  exploración y  búsqueda de  la  realidad de  su  sí  mismo: resulta dolorosa y difícil. Esta exploración se torna aun más dolorosa cuando los clientes se abocan a la tarea de abandonar las actitudes cuya falsedad antes ignoraban.  Estos clientes se embarcan en el aterrador trabajo de explorar los sentimientos turbulentos y a veces violentos que abrigan en su interior.  La remoción de una máscara hasta entonces considerada una parte muy real de uno mismo puede ser una experiencia profundamente perturbadora; sin embargo, el individuo avanza hacia ese objetivo cuando tiene libertad de pensar, sentir y ser.  

Una cliente describe su lucha por llegar a su propia esencia: "Al principio creía que en mi interior no había nada ... sólo un gran vacío donde yo necesitaba y deseaba que hubiera un núcleo macizo.  Luego comencé a sentir que enfrentaba una sólida pared de ladrillos, demasiado alta para saltarla y demasiado gruesa para atravesarla. (…) Por último, no pude soportar más la tensión y cedí.  Todo lo que hice, en realidad, fue sucumbir a una absoluta y total autocompasión, luego al odio y después de éste, finalmente al amor.  Después de esta experiencia me sentí como si hubiera saltado a la otra orilla y me encontrara a salvo, aunque todavía titubeaba un poco.   No sé qué buscaba ni a dónde me dirigía, pero entonces me sentí como siempre me he sentido al vivir realmente; estaba avanzando."

Creo que este fragmento ilustra con bastante claridad el sentimiento, que muchas personas experimentan, de que si no mantienen la fachada falsa, la pared, el dique, todo será arrasado por la violencia de los sentimientos que descubren ocultos en su mundo privado.  Sin embargo, en este extracto es posible observar la necesidad compulsiva del individuo de buscarse y llegar a ser él mismo.

La vivencia del sentimiento

Quisiera agregar algo más acerca de esta vivencia del sentimiento, que en realidad consiste en descubrir los elementos desconocidos del sí mismo.  En nuestra vida cotidiana existen mil y una razones que nos impiden experimentar plenamente nuestras actitudes: razones originadas en nuestro pasado y en el presente, y otras surgidas de la situación social, que hacen que parezca demasiado peligroso y potencialmente nocivo experimentarlas de manera libre y completa.  Sin embargo, gracias a la, seguridad y a la libertad que ofrece la relación terapéutica, pueden ser vivenciadas con plenitud y con conocimiento de los límites que representan.  Pueden ser experimentadas -y lo son- de una manera que considero como "cultura pura". En ese momento la persona es su temor, bien es su enojo, su ternura, o lo que fuere. Lo que estas experiencias me han enseñado es que en esos momentos el individuo llega a ser lo que es.  Cuando, en el transcurso de la terapia, una persona llega a experimentar todas las emociones que surgen organísmicamente de manera consciente y abierta, se experimenta a sí misma con toda la riqueza que en ella existe.   Se ha convertido en lo que-es.

El descubrimiento del sí mismo en la experiencia

Prosigamos con el problema del significado de llegar a ser uno mismo. La cliente dice que ser ella misma significa encontrar el modelo, el orden subyacente  que  rige  el  flujo  incesantemente  cambiante  de  su experiencia.  Ser ella misma implica descubrir la unidad y armonía existentes en sus verdaderos sentimientos y reacciones, y no tratar de imponer una máscara a su experiencia o imprimirle una forma o estructura que distorsione su verdadero significado. El auténtico sí mismo se descubre naturalmente en las experiencias propias, sin pretender imponerse a ellas.

Con estos fragmentos tomados de algunas entrevistas he tratado de sugerir lo que sucede en el clima de calidez y comprensión que crea la relación de ayuda que se establece con un terapeuta.   Al parecer, de manera progresiva y dolorosamente, el individuo explora lo que se oculta tras las máscaras que presenta al mundo y aun detrás de la fachada con que se ha estado engañando. Experimenta con profundidad y a menudo vívidamente los diversos aspectos de sí mismo que habían permanecido ocultos en su interior.  De esta manera llega a ser él mismo, no una fachada conformista con los demás, ni una negación cínica de todo sentimiento o una apariencia de racionalismo intelectual, sino un proceso vivo que respira, siente y fluctúa; en resumen, llega a ser una persona.

LA PERSONA QUE EMERGE

Sospecho que algunos lectores se preguntan: "¿Pero qué tipo de persona llega a ser el individuo?  No basta con decir que abandona las fachadas. ¿Qué clase de persona surgirá?" Puesto que uno de los hechos más evidentes es que cada individuo tiende a convertirse en una persona diferente y única, la respuesta no es fácil.  No obstante, quisiera señalar algunas de las tendencias características que he observado.  

La apertura a la experiencia

En primer término, diré que en este proceso el individuo se abre a su experiencia. Esta frase expresa el extremo opuesto a una actitud de defensa.  No podemos asimilar toda la información que nos brindan nuestros sentidos, sino sólo la que corresponde a nuestra imagen.

En una relación como la que he descripto, esta actitud rígida o defensiva tiende a ser reemplazada por una mayor aceptación de la experiencia.  Como lo he explicado en mi anterior descripción, el individuo se vuelve más abiertamente consciente de sus propios sentimientos y actitudes, tal como existen en él en el nivel orgánico. También advierte con mayor facilidad las realidades externas, en lugar de percibirlas según categorías preconcebidas.  

En una situación nueva es capaz de aceptar los hechos tal como son.  Como es de esperar, esta capacidad de abrirse a la experiencia lo vuelve más realista en su actitud frente a la gente y a las situaciones y problemas nuevos.  Ello significa  que  sus  creencias  pierden  su  anterior  rigidez,  y  que  puede  tolerar  la ambigüedad y soportar gran cantidad de pruebas contradictorias, sin verse obligado a poner fin a la situación. Pienso que esta apertura a la percepción de lo que existe en este momento en uno mismo y en la realidad es un elemento importante en la descripción de la persona que emerge de la terapia.

La confianza en el propio organismo

Las personas que han recibido un tratamiento terapéutico exitoso presentan una segunda característica que resulta difícil describir.   Al parecer, el individuo descubre paulatinamente que su propio organismo merece confianza, que es un instrumento adecuado para hallar la conducta más satisfactoria en cada situación inmediata.

¿qué ocurre con la persona que ha experimentado un proceso terapéutico? En la medida en que esa persona puede captar toda su experiencia, tiene acceso a todos los datos relacionados con la situación y puede utilizarlos como base para su conducta.  Conoce sus propios sentimientos e impulsos, a menudo complejos y contradictorios y es capaz de percibir las exigencias sociales, desde las "leyes" sociales relativamente rígidas hasta los deseos de sus amigos y su familia.   Puede evocar situaciones anteriores similares y recordar las consecuencias de las diferentes conductas adoptadas en esas situaciones.   Posee una percepción relativamente correcta de esta situación externa en toda su complejidad.  Con la ayuda de su pensamiento consciente, puede permitir a su organismo considerar, evaluar y equilibrar cada estímulo, necesidad y demanda y sopesar su gravitación e intensidad relativas.  Sobre la base de estas complejas consideraciones, es capaz de descubrir la elección que más se aproxima a la satisfacción de todas sus necesidades mediatas e inmediatas en esa situación.

Por supuesto, en esa evaluación de todos los componentes de una elección vital, su organismo no es de ningún modo infalible.  El individuo puede elegir mal, pero puesto que tiende a abrirse hacia su experiencia, prevé mejor las posibles consecuencias insatisfactorias y puede corregir más rápidamente las decisiones erróneas.

Puede ser útil advertir que en la mayoría de nosotros, los problemas que interfieren en esta consideración residen en el hecho de que incluimos elementos que no forman parte de nuestra experiencia y excluimos otros que efectivamente la integran.  De esta manera, un individuo puede pensar que es capaz de controlarse en relación con la bebida, a pesar de que una apertura a su pasado le indicaría su error, o bien una joven puede ver sólo las cualidades positivas de su futura pareja, cuando la apertura total a la experiencia le indicaría que él tiene también defectos.

Por lo general, cuando un cliente se abre hacia su experiencia, descubre que su organismo es digno de confianza y siente menos temor hacia sus propias reacciones emocionales.  Paulatinamente aumentan la confianza y aun el afecto que le despiertan la variedad de sentimientos y tendencias que en él existen.  La conciencia deja de controlar un conjunto de sentimientos peligrosos e imprevisibles y se convierte en adecuado albergue de un cúmulo de impulsos, sentimientos y pensamientos que se autogobiernan de manera satisfactoria, en ausencia del severo control hasta entonces ejercido.

Un foco interno de evaluación

Otra tendencia que se manifiesta en el proceso de convertirse en silla persona se relaciona con la fuente o centro de las relaciones y decisiones o de los juicios de valor. El individuo llega progresivamente a sentir que este foco de evaluación se encuentra en él mismo.  Cada vez acude menos a los demás en busca de aprobación o reprobación, de pautas por las cuales regir su vida, de decisiones y elecciones. Reconoce que en él reside la facultad de elegir, y que la única pregunta importante es: "¿Estoy viviendo de una manera que me satisface plenamente y que me expresa tal como soy?" Quizás ésta sea la pregunta más importante que se pueda plantear el individuo creativo.

Tal vez resulte útil ilustrar lo que acabo de decir con una joven graduada que solicitó asesoramiento.   Al principio la cliente se hallaba muy alterada por una serie de problemas y había pensado en suicidarse.  Uno de los sentimientos que descubrió durante esta entrevista fue su gran afán de dependencia, su deseo de que otro asumiera la dirección de su vida.  Juzgaba duramente a aquellos que no la habían guiado lo suficiente y se refería a todos sus profesores acusándolos de no haberle enseñado cosas con un sentido profundo. Lentamente comenzó a advertir que parte de la dificultad residía en el hecho de que ella misma no había asumido iniciativa alguna de participar en esas clases. Creo que este fragmento indica lo que significa, en la experiencia, aceptar que el foco de evaluación reside en uno mismo.  Espero que este ejemplo permita al lector adquirir una idea de la fuerza que se experimenta al ser una persona única y responsable de sí misma y del malestar que acompaña a esta asunción de la propia responsabilidad.  Reconocer que "yo soy el que elige" y que "yo soy el que determina el valor que una experiencia tiene para mí" es algo que enriquece pero también atemoriza.

El deseo de ser un proceso

Quisiera señalar una última característica de esas personas que luchan por descubrirse y llegar a ser ellas mismas.   Se trata de que el individuo parece más satisfecho de convertirse en un proceso que en un producto.  Cuando inicia la relación terapéutica es habitual que el cliente desee lograr un objetivo determinado: quiere solucionar sus problemas, ser eficiente en su trabajo o solucionar sus dificultades matrimoniales.  En la libertad de la relación terapéutica, tiende a abandonar esos objetivos; acepta con más satisfacción el hecho de no ser una entidad estática, sino un proceso de transformación.

Al concluir la terapia, un cliente dice, relativamente asombrado: "Aún no he terminado la tarea de integrarme y reorganízame, pero esto sólo me confunde, no me acobarda, puesto que ahora me doy cuenta de que es un proceso que continúa... Sentirse en acción resulta estimulante; a veces uno se inquieta, pero siempre es profundamente alentador. Uno se ve en acción; parece saber hacia dónde se dirige aunque no siempre sabe conscientemente cuál es su meta." Estas palabras expresan la confianza en el propio organismo y en el descubrimiento de sí mismo corno proceso.  Describen, en términos personales, la captación de uno mismo como flujo de llegar a ser y no como un producto acabado.   Ello significa que una persona es un proceso en transformación, no una entidad fija y estática; un río que fluye, no un bloque de materia sólida, una constelación de potencialidades en permanente cambio, no un conjunto definido de rasgos o características.

Conclusión

He tratado de describir al lector lo que parece ocurrir en la vida de las personas con quienes  he tenido el privilegio de relacionarme en su lucha por llegar a ser ellos mismos.  He intentado explicar los significados que parecen estar implícitos  en este proceso de convertirse en una persona.   Estoy seguro de que este proceso no se produce solamente en la psicoterapia.  

He señalado que cada individuo parece formularse dos preguntas: ¿Quién soy?"y "¿Cómo puedo llegar a ser Yo mismo?" Afirmé que en un ambiente psicológico favorable se verifica un proceso de transformación: el individuo abandona, una tras otra, las máscaras defensivas con  que  ha  enfrentado la  vida  y  experimenta plenamente sus aspectos antes ocultos.  En estas experiencias, descubre al extraño que convivía con él, ese extraño que es él mismo.  He intentado ofrecer mi propia descripción de los atributos característicos de la persona que emerge de la terapia:

una persona más abierta a todos los elementos de su experiencia orgánica, que desarrolla confianza en su propio organismo como intento de vida sensible, acepta pautas internas de evaluación, aprende a vivir en su vida como quien participa de un proceso dinámico y fluyente, donde el transcurso de la experiencia continuamente le permite descubrir nuevos aspectos de sí mismo.  Estos son algunos de los elementos implícitos en el proceso de llegar a ser una persona.

Fuente: C. ROGERS: El proceso de convertirse en persona cap. 6: Qué significa convertirse en persona (resumen)



Ver también:

Hacia unas relaciones personales más saludables, veraces y auténticas

El encuentro con uno mismo a través de una relación interpersonal auténtica

Características de una relación de ayuda

Sección: LES RELACIONS HUMANES


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